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Carta de un padre a su hijo adicto: El amor, la confianza y el dolor de la recuperación

  • Foto del escritor: clinica12pasoscuen
    clinica12pasoscuen
  • 16 jun
  • 4 Min. de lectura

"Hijo, el amor no se mide en el tiempo que has caído, sino en el tiempo que decimos levantarnos juntos."


Hijo mío,


Hoy, mientras me siento aquí a escribirte, siento el peso de años de silencio, de palabras no dichas, de miradas vacías, de momentos perdidos que ahora me atormentan. He querido decirte muchas veces lo que siento, pero no encontré el momento o no supe cómo hacerlo. Ahora, siento que es el momento de poner en palabras todo lo que me ha estado rondando en el corazón, porque te quiero más de lo que puedes imaginar.




La adición nos robó tanto, hijo. Nos robó tiempo, nos robó confianza, nos robó incluso la oportunidad de ser una familia. Durante mucho tiempo, me pregunté si aún estaba en tu vida, si me habías dejado atrás o si había algo que pudiera hacer para sacarte de ese abismo. El dolor de no saber qué estaba pasando contigo, el dolor de verte perdido, es algo que ni siquiera puedo describir con palabras.


El peso de las mentiras: El miedo a perderte para siempre


Hijo, una de las cosas más difíciles de todo esto ha sido la mentira. Las mentiras se volvieron parte de nuestra vida diaria. Mentías, me mentías, y yo, como tu padre, tenía que vivir con la incertidumbre de no saber si lo que decías era cierto o no. ¿Cómo confiar nuevamente? Te vi caer, te vi prometerme que cambiarías, que todo mejoraría, pero veía que todo seguía igual. Y me preguntaba: ¿dónde está mi hijo? ¿Dónde quedó el joven lleno de sueños, de aspiraciones, de vida?


Sé que las mentiras eran tu forma de escapar del dolor, de no enfrentarte a lo que había detrás de todo esto, y no te culpo por eso. Sé que las mentiras son un mecanismo de defensa para protegerse del dolor, del miedo a enfrentar la verdad. Pero te pido que, ahora que estás en tratamiento, seas honesto conmigo. No te pido que todo sea perfecto, te pido que seas real, que me digas la verdad, aunque duela.


El perdón: No es olvido, es liberación


Perdonarte, hijo, no ha sido algo fácil, lo reconozco. El dolor que hemos vivido a lo largo de los años me ha dejado huellas, pero quiero que sepas que el perdón ya está aquí, en mi corazón. Te perdono por cada vez que me mentiste, por cada vez que no supe cómo ayudarte, por cada vez que sentí que te perdía. Te perdono porque te amo, y lo que más quiero ahora es ver que te levantas. Pero también sé que el perdón es un camino largo. No basta con decirlo, lo vivo cada día.


Perdonarte es también un camino hacia mi propia paz, porque el resentimiento me ha estado agotando. No quiero seguir con el peso de la culpa, no solo la tuya, sino también la mía, que me hacía sentir que no había hecho lo suficiente. Pero el perdón es liberación, hijo. Liberarse de las cadenas que nos atan al pasado, para poder construir un futuro más sano, más verdadero.


La verdad y el compromiso: Nuestro futuro depende de ti


El futuro no será fácil, lo sé. No te voy a mentir. Habrá días difíciles, momentos en los que las tentaciones serán más fuertes que nunca, pero lo que quiero que sepas es que tu futuro depende de ti. Mi papel aquí no es salvarte, hijo. No puedo hacerlo por ti. Tú eres el único que puede tomar las riendas de tu vida, el único que puede decidir qué hacer con este nuevo comienzo que tienes en tus manos.


Quiero ser tu apoyo, pero también quiero que seas responsable de tu vida, de tus decisiones, de tus acciones. La recuperación no es un favor que te haga alguien más, es un compromiso que tú tomas contigo mismo. No estoy pidiendo perfección, solo un compromiso real, una decisión consciente de que vas a luchar por ti mismo.


Te pido que, cada día, te mires al espejo y te preguntes: "¿Estoy haciendo lo que debo hacer para mejorar? ¿Estoy siendo honesto conmigo mismo?" Si puedes responder afirmativamente, entonces sabrás que estás en el camino correcto.


La familia como apoyo: Un lugar de amor, no de control


La familia, hijo, siempre será tu lugar de apoyo, pero no de control. No estamos aquí para sobreprotegerte o para hacer las cosas por ti. Lo que quiero es que te sientas respaldado, pero que también sepas que el camino de tu recuperación lo recorres tú. Yo no puedo cargar con la responsabilidad de tus decisiones, pero te prometo que te daré el espacio y el apoyo que necesites para que te sientas fuerte y capaz de tomar el control de tu vida.


Lo que más deseo es verte feliz y libre, libre de los grilletes de la adicción. Pero esa libertad solo llegará cuando te hagas responsable de tu vida y decidas, con todo tu ser, que ya no quieres vivir en ese ciclo destructivo. Te daré mi amor y mi apoyo incondicional, pero también te pido que seas valiente y firme. La responsabilidad es la clave para seguir adelante.


Conclusión: Siempre estaré aquí, pero el camino es tuyo


Te amo, hijo. Te amo más de lo que las palabras pueden expresar. Aunque este camino sea largo, sé que es el adecuado. Sé que podemos hacerlo. Yo estaré aquí para apoyarte, para ayudarte a levantarte cuando caigas, pero también estaré aquí para respetar el proceso que tú, solo tú, debes recorrer.

el futuro está lleno de oportunidades. La vida puede ser hermosa de nuevo, y todo depende de las decisiones que tomes hoy. Te pido que tomes las riendas d

Nunca olvidaré lo que hemos vivido, pero también sé quee tu vida, que luches por ti mismo y que nunca olvides que, aunque caigas, siempre habrá una mano extendida para levantarte.


CETAD 12 PASOS está aquí para ayudarte a ti y a tu familia en cada paso del camino, ofreciéndote el apoyo terapéutico necesario para superar los retos y reconstruir una vida familiar más saludable y sólida.


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"Recuerda, hijo: no importa lo que hayas vivido, el futuro lo creamos juntos, paso a paso."

 
 
 

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